Comencé a vivir como persona en el momento en que nací de mi madre.
A partir de ese momento me empecé a dar cuenta de que podía escuchar y ver, a la vez que también fui dándome cuenta de mis otros sentidos para palpar, oler y saborear. No sé en qué orden fueron apareciendo esas realidades en mí, pero el hecho es que comencé a ser consciente de mi cuerpo y su capacidad de percibir en el entorno que me rodeaba.
Hasta ese momento mi vida no se diferenciaba de la de los animales mamíferos más desarrollados.
Poco a poco, a medida que fui escuchando y observando, fui aprendiendo un idioma y a comunicarme verbalmente, dándome cuenta de que podía recordar situaciones pasadas y también las podía comunicar.
Mi mente pensante se estaba estructurando con los contenidos observados y escuchados, guardando memorias de ellos.
Más tarde empecé a notar que yo mismo podía imaginar futuros y comunicarlos, a la vez que también almacenarlos en mi mente pensante.
Muy pronto fui siendo consciente de que además de poder percibir mi cuerpo y su entorno, lo mismo que los contenidos de mi mente, bien fueran de memorias pasadas o de imaginaciones futuras, también intuía que en mí había algo más que simplemente mi cuerpo y mi mente. Ese algo más era como una presencia interior espiritual que maneja mi cuerpo y mi mente. Sin embargo, también fui aprendiendo que yo era una mente proveniente del cerebro de un cuerpo muy evolucionado, como lo es el ser humano, y me olvidé de la presencia espiritual que también soy, a la que muy comúnmente se le llama conciencia.
Desde entonces me ocurrió, como le ocurre a la mayoría de las personas, que vivimos pensando que manejamos la vida con nuestra mente y que ella es la que determina nuestras acciones en el mundo, siguiendo un destino trazado por un ser todopoderoso y creador que permite la existencia de todo.
Me acostumbré a tener una visión muy materialista de mi vida. Que soy una persona con un cuerpo y una mente que me maneja con alguna fachada de espiritualidad, que no es espiritualidad verdadera, sino religiosidad humana que enseña a pensar que cuando uno muera tendrá una existencia futura cercana a Dios o mejor que la presente que está llena de sufrimientos; o que simplemente desaparece cuando el cuerpo muera.
Al ver tanto sufrimiento e injusticia en el mundo renuncié a creer en ese Dios aprendido en mi hogar y me di a la tarea de conocer mi mente, pues me di cuenta de que en ella estaban almacenados todos mis conocimientos y creencias.
La aventura de adentrarme en mi mente, con la ayuda de algunas prácticas de meditación, para conocerla y comprenderme mejor a través de ella, me permitió descubrí una especie de “Anatomía integral de la persona”; la que me está ayudando a reconocer mi conciencia y a iluminar los contenidos de la mente con una luz espiritual que me permite pensar mejor y poder ser exitoso durante mi experiencia humana como persona amorosa y creativa.
Algo que es prácticamente desconocido para la mayoría de los humanos, como también lo es la estructura de su propia mente.
Por eso he decidido dar a conocer la “Anatomía integral de la persona”, porque sé que todo el que decida conocerla encontrará su propio camino hacia la realidad espiritual que siempre ha estado con nosotros.
Puedes comenzar a conocerte con esa “Anatomía integral de la persona” que hoy te comparto en mis cursos:
1. COMPRENDIENDO LA MEDITACIÓN EXITOSAMENTE
2. ¿Quién SOY: ALMA O PERSONA?
https://www.udemy.com/course/quien-soy-alma-o-persona/?referralCode=07BA795A78DEF73E9965 Jak@concienciaahora.com
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