Comencé a creer en un creador de la vida y de todo, siguiendo las oraciones de mi madre, quien me educó en la creencia de un dios cristiano.
Siendo aún muy niño, asistí a un entierro donde me pareció sentir que uno no se termina al morir el cuerpo, sino que se va a seguir viviendo con Dios, pero al expresárselo a papá, él, de una manera muy brusca, me obligó a callarme, quizás debido al bochorno que le produjo mi gritería de niño. Fue tan grande la represión que sentí, que algo en mi interior me dijo que lo mejor era no expresar mis ideas porque molestaban a la gente. Desde ese momento comprendí que no podía protestar ni llorar, porque eso desataba la furia de mi padre.
A partir de ese momento me convertí en un chico muy alejado de la realidad del mundo y me refugié en el mundo de los libros, sin renunciar a disfrutar del agrado que me producían los juegos, principalmente los silenciosos o en solitario, como lo era el quedarme en la cancha de baloncesto del colegio pasando horas enteras lanzando balones para hacer “canastas”.
Me interesé en entrar a un seminario para buscar maneras de comunicarme con Dios y se lo expresé a mi madre, quien se sintió muy contenta y aceptó que en el anuario del colegio apareciera como uno de los niños que querían cambiar de vida y entraríamos al seminario el año siguiente.
Como también me interesaba en los libros que tenía mi padre en su biblioteca, comencé a leer sobre las distintas creencias que existen acerca de dios en el mundo y me fui desinteresando de la ida al seminario y la pospuse hasta llegar a declararme ateo y confiar solo en mí para responsabilizarme por mi vida.
A medida que fui creciendo y conociendo más sobre el mundo y sobre mí, volví a encontrarme con mi descubrimiento de niño, de que yo soy afuera, un cuerpo en el mundo de energía, materia y tiempo, que vive unos pocos años; y un adentro con una presencia que no cambia nunca porque allí no hay materia, energía ni tiempo ni nada, pero le está dando vida a esa persona que estoy siendo en el mundo ahora, gracias a haberme encontrado con Dios allí.
(Juan Adrian Karca - concienciaahora.com)
Comentarios